Depresión Infantil

Depresión Infantil

En el mundo en el que vivimos un gran número de personas adultas viven o han vivido una depresión clínica. Es un trastorno que podríamos considerar como relativamente frecuente en el mundo moderno, que puede venir determinado por varias causas y conocido. Pero, ¿Qué pasa cuando la depresión la presenta un niño o adolescente?

¿Qué entendemos por depresión?

La depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizada por los sentimientos de tristeza o irritabilidad que manifiesta el niño o el adulto. Como consecuencia, aparece el desinterés por todas aquellas actividades que resultaban ser placenteras. Afecta a la manera en que nos sentimos hacia nosotros mismos y el mundo que nos rodea, durante un período de tiempo prolongado. Asimismo, dependiendo del grado, resulta altamente incapacitante y lleva asociado un gran malestar, al igual que en el caso de los adultos. Puede aparecer en niños de diferentes edades y en adolescentes manifestando y expresando una sintomatología que dependerá tanto de las características personales del niño como del nivel de desarrollo, entorno social, familiar y escolar, relaciones con los iguales, etc.

¿Es posible que un niño muestre sintomatología depresiva?

Hasta hace relativamente pocos años se consideraba que los niños no tenían preocupaciones y si en algún momento manifestaban tristeza, era de carácter pasajero. Se creía que no tenían sentimientos de culpabilidad o responsabilidades importantes como las que podían tener los adultos. Estudios posteriores han demostrado lo contrario. El niño tiene un desarrollo cognitivo que no le permite encontrar explicación alguna sobre las cosas que le suceden a su alrededor, esto hace que se cree un sentimiento de inseguridad en sí mismo que puede llegar desencadenar emociones negativas.

¿Cómo se puede detectar la depresión durante la etapa infantil?

La depresión afecta de manera diferente a lo largo de la etapa evolutiva por lo tanto,  un niño manifestará su malestar de una manera determinada respecto al adulto. Hay queNEN DEPRE tener en cuenta que el niño no tiene conciencia del problema y al no saberlo expresar verbalmente lo manifiesta de otra manera. Suelen mostrarse tristes o muy irritables, pierden el interés por aquellas actividades motivadoras como el juego, pueden mostrar llantos excesivos, aislamiento de sus iguales, cambios en el apetito, alteraciones del sueño, dificultades para concentrarse, quejas físicas (sin causa médica), sentimientos de culpa, hipo o hiperactividad y pensamientos de muerte y suicidio (más habituales en adolescentes). Toda esta sintomatología mencionada, repercute directamente en el ámbito escolar ya que durante la etapa depresiva se produce un descenso significativo en el rendimiento académico. Además, muchos de estos niños se crean una visión distorsionada y negativa de ellos mismos (“no sirvo para nada”, “nadie me quiere”, etc), llevándoles a presentar una muy baja autoestima. 

No todos los síntomas que hemos descrito se presentan en todos los niños deprimidos pero si hay un gran número de ellos. Hay que tener en cuenta que hay algunos que se pueden presentar en niños que no estén deprimidos. Lo que debe servirnos como señal de alarma es cuando se presenta un gran número de ellos casi todos los días y, especialmente, cuando se observa un cambio con el estado anterior de manera continuada.

¿La depresión cursa con la ansiedad?

Determinados estudios concluyen que sí puede haber comorbilidad entre ambas, es decir, se pueden presentar de manera conjunta. Normalmente, la ansiedad afecta a aquellos niños con una cierta predisposición a desarrollarla. Una inquietud o preocupación excesiva puede desencadenar estos estados ansiosos y por consiguiente, inseguridad y pensamientos negativos sobre uno mismo.

¿Cómo se puede ayudar desde la escuela?

El niño pasa la mayor parte del día en la escuela y es en este entorno donde en la mayoría de las veces los maestros detectan el problema. La actuación debe ser muy cautelosa por el hecho de que el mínimo comentario puede causar un efecto negativo en él debido a esta tendencia a maximizar los comentarios negativos. Se deben evitar estos comentarios y potenciar los positivos. El uso de la agenda escolar como intermediario entre el maestro y los padres, donde los comentarios escritos sean positivos, es una buena herramienta de estimulación. El maestro debe intentar introducir al niño en el trabajo en grupo potenciando su participación pero asegurándose de que el tema en cuestión lo domine.

De otro modo, muchos de estos niños se muestran desatentos ante las explicaciones del profesor y es necesario evitar las preguntas dirigidas a ellos, ya que puede ser un reforzador potente en el mantenimiento de la depresión.

Para ir controlando esta problemática, el profesor debería realizar un registro con el fin de observar la evolución del niño y también, establecer una coordinación periódica con la familia y otros profesionales externos.

¿Cómo pueden actuar los familiares de estos niños?

Primeramente, ante una mínima sospecha se debe acudir a un especialista de la psicologia, que pueda realizar una buena evaluación e iniciar un plan de tratamiento en caso necesario.

Los niños que padecen depresión suelen tener muy baja autoestima y por lo tanto, una percepción de sí mismos bastante negativa. Para poder modificar esta percepción se debe intentar estimularlo y / o reforzarlo positivamente, como por ejemplo remarcando sus virtudes y minimizando sus defectos. Es importante que se sienta valorado y acompañado en todo momento para observar sus progresos y las posibles recaídas que puedan aparecer, y así poder intervenir a tiempo. Ofrecerle dedicación y pedirle que ayude a realizar determinadas tareas (cocinar, etc.) es otra manera de potenciar su autoestima.

Otro aspecto a saber es que muchos de estos niños muestran inestabilidad emocional de modo que, se debe intentar mantener una rutina y establecer unos hábitos en casa (horario de acostarse, de comer, etc.), evitando de esta manera, cambios repentinos en el día a día. En  el caso en que se vaya a realizar actividades que rompan la rutina diaria, se les  debe anticipar y preparar para reducir el malestar que suelen presentar ante estas situaciones de cambio.

Para concluir, es importante que no abandonen aquellas actividades que les resultaban agradables y, en caso de que aparezca el abandono de dichas actividades, se les debe estimular para que vuelvan a reanudarlas o las sustituyan por otras también placenteras. Es por ello imprescindible detectar lo antes posible las señales de alerta a fin de cortar el problema de raíz y prevenir así, daños mayores en etapas posteriores de la vida.

Para más información podéis escribir a info@centrepip.com

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