No quiero que mi familia sufra

No quiero que mi familia sufra

En consulta en ocasiones nos encontramos con adolescentes que están experimentando un gran malestar a nivel emocional pero que no son capaces de expresarlo a sus familias por miedo a que éstas sufran.

¿A quien le suele pasar? Cuál es el perfil más habitual?

En general nos encontramos con un perfil donde el factor de género tiene mucho peso. La mentalidad social que aún está arraigada identifica el género femenino con el cuidado de los demás por encima, incluso de las propias necesidades.

Asimismo, suelen ser adolescentes que no se valoran a sí mismas, es decir, con una baja autoestima y que tienden a pensar que sus problemas no son lo suficientemente importantes y, por tanto, no tienen que preocuparse los demás.

Es muy frecuente encontrarnos con perfiles de chicas muy exigentes consigo mismas pero permisivas con los demás. Es decir, les cuesta poner los límites a los demás así como reclamar su propio espacio.

Por otra parte, muestran una percepción (errónea o acertada) de que los padres y las madres ya tienen suficientes problemas como para tener que preocuparse por ellas. Esta percepción e, incluso podríamos decir creencia, genera que no busquen su apoyo.

También puede darse el caso de chicas que piensen que la familia a nivel emocional no está preparada para afrontar el sufrimiento que ellas tienen. Lo que tienen en común ambos casos es que se trata de adolescentes que buscan proteger emocionalmente a sus familias y piensan que esta es la manera.

En resumen, nos encontraríamos:

  • Chicas
  • Baja autoestima
  • Exigentes consigo mismas
  • Con baja asertividad o dificultad para establecer límites a los demás
  • Creencia que sus problemas no son importantes
  • Percepción de que la familia tiene suficientes problemas y/o no tienen suficientes recursos para acompañarlas emocionalmente.

¿Qué consecuencias tiene para estas chicas?

La consecuencia más inmediata es la sensación de soledad, incomprensión y agotamiento. El hecho de no transmitir a sus familias lo que les está pasado las agota ya que continuamente deben disimular haciendo ver que están bien o poniéndose corazas. Esta represión del malestar genera que a veces puedan mostrar conductas que los otros no entienden y/o incluso se pueden dar explosiones emocionales o enfados desproporcionados. Esto desconcierta al entorno, que al no tener información no entienden sus reacciones. Entramos además en un círculo vicioso en muchos casos ya que después de estas explosiones es frecuente experimentar un alto grado de sentimiento de culpabilidad.

No es infrecuente en estos casos la aparición de autolesiones para intentar mantener a raya sus emociones más intensas y el gran sufrimiento que tienen y que ocultan a sus padres y madres. Se trata de chicas que se sienten muy solas, con mucha dificultad para pedir ayuda a su entorno más cercano. Esto genera una sensación de desamparo que en la mayoría de los casos acaba cursando con sintomatología depresiva y/o ansiosa.

¿Qué podemos hacer desde casa?

Desde casa podemos prevenir que se den estas situaciones de la siguiente manera:

Mostrando disponibilidad, es decir, disponiendo de espacios comunicativos en los que las menores sientan que pueden expresarse y mostrar sus preocupaciones.

– Dejando claro que por mucha carga de trabajo o de preocupaciones que puedan tener los padres y las madres, siempre hay un espacio para ellos y ellas.

Mostrando que la vida de los hijos y las hijas es importante. Esto implica mantener actitudes de escucha activa cuando estas cuenten cosas e intentar mantener una actitud serena ante los conflictos o las dificultades que puedan experimentar. Es importante que los chicos y chicas no nos vean desbordados ya que si no será difícil que sientan que podemos ser un punto de apoyo.

– Vigilar de no poner encima responsabilidades que por edad no les corresponden e intentarlos mantener al margen de las dificultades que pueden tener los adultos y en los que ellos y ellas no pueden hacer nada: dificultades a nivel de trabajo de los padres y madres, dificultades para asumir gastos del piso, conflictos con familiares, … no se trata de esconder determinadas situaciones sino de que los padres y madres muestren a los niños que este es un tema del que se encargan ellos y no viertan sus angustias en los menores.

Trabajando desde el autocuidado, transmitiendo la importancia de buscar espacios de cuidado de uno mismo y de dejarse cuidar por los demás.

Una vez identificamos que las adolescentes no cuentan lo que les pasa por miedo a que los padres sufran, desde casa es importante que se pueda hablar del tema, haciéndolas ver que sus problemas importan y que están allí para ayudar. También hay que transmitir que en ningún momento son una carga, al contrario, que como padres y madres quieren estar a su lado. Finalmente, se pueden poner en práctica las pautas anteriormente descritas.

Para más información puede escribirnos a info@centrepip.com  

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